Reflexiones en torno a una foto
Nada más verla no pude evitar pensar: «Ésta para mi colección » y es que
la instantánea tomada en la plaza de San Pedro y publicada en El mundo,en la que se ve al actual Papa, Francisco con un bebé disfrazado de Papa es digna de comentar.
A primera vista dos cosas llaman la atención por encima de todo lo demás. Son las caras de ambos, la del adulto y la del niño. El Papa sonríe con gesto bondadoso mirando, probablemente, al padre del niño que no aparece en el encuadre. La expresión es un tanto inocente y bobalicona y recuerda ligeramente a la de nuestro rey de España. Los poderosos también son humanos y como tal pueden aparecer así en las fotos, de carne y hueso y con gesto campechano. A los hombres de Estado también les gusta darse baños de masas, en especial a los Papas y todo gobernante está bien visto si en esa inmersión popular besa, abraza y achucha a algún tierno infante. Que sea cuestión de imagen y publicidad o naturaleza propia del mandamás es algo que cada cual tiene que pensar por si mismo.
La segunda cara de la fotografía es la del angelote que tiene el sumo pontífice en sus manos. Semblante apretado y de terror en un bebé. Es la misma estampa que puedes encontrar en Navidad en los stands de Reyes Magos y Papá Noeles con muchos niños llorando sentaditos por obligación en sus regazos.