BAJO LA ALFOMBRA por pepelozano
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El otro día coincidí con un compañero de trabajo al que le noté la cara completamente cambiada. Me comentaron que es que se había dado BOTOX. A mi me sonó a chino y al llegar a casa busqué información sobre el botox.
Resulta que es una sustancia que se inyecta en partes de tu cuerpo con el efecto de que determinados músculos se te queden temporalmente paralizados. Al paralizarse éstos, por ejemplo de la cara o el cuello, las líneas de la piel que se han ido formando con el paso del tiempo y la gesticulación se atenúan, dando una imagen de mayor juventud.
Vamos… que te quita las arrugas de la cara. Por lo visto los ricos lo hacen mucho.
En Hollywood lo hacen y José Maria Aznar también.
Lo increíble es que se nota un montón, como si fueras un muñeco de guiñol que solo mueve la boca.
¿A donde vamos a llegar con este imperio de la imagen y la belleza? Estamos rizando el rizo tanto que el efecto deseado es al revés de lo buscado. Con el Botox la gente quiere parece más joven y realmente parece más muerta. Las operaciones de Cheer ya son historia y con el botox ahora se anticipan a que salgan las arrugas pagando el altísimo precio de la expresividad. ¿Qué belleza puede ser la que cambia las expresiones de tu cara por una careta de recauchutado?
Me parece una locura todo lo de los implantes de silicona, alargamiento de pene y eliminación de costillas con el único fin de seguir los patrones que desde la tele nos imponen. Esas operaciones deben de ser muy peligrosas aunque cada cual que haga lo que quiera. Creo que en vez de gastar el dinero en injertarte plásticos, cuando el mundo está tan jodidamente necesitado de otras cosas, no es ya un ejercicio de hedonismo enorme sino un pozo sin fondo donde nunca vas a encontrar la felicidad deseada. A no ser que te cambies el cuerpo por completo por el de Brad Pitt o Angelina Jolie.
Lo del Botox no me va nada. A mi me gustan las arrugas. Las mujeres me han gustado siempre de mi edad y según voy envejeciendo me gusta que mis amigos envejezcan conmigo. Me repelen físicamente las mujeres operadas, qué le voy a hacer.
Pero lo que más me inquieta es el efecto secundario del Botox. José Maria Aznar se ha dado Botox y una sombra de duda se cierne en sus actuaciones públicas. ¿No iríamos a la guerra de Irak por culpa del Botox? Es decir, no sólo aglomerará los músculos de la cara sino quiza también los transmisores eléctricos del cerebro. No quiero con esto dar pie a una teoría conspirativa ni nada por el estilo, pero desde que Aznar se parece más a su homologo de los muñecos del guiñol que así mismo, su oratoria ha ido mermando al ritmo que los gestos de su cara, quedando reducido su vocabulario a un espanglis de Georgetown vallecano y su ideario, ya de por si bastante limitado ha devenido en girar sobre solo una o dos ideas.
Lo de Aznar ya no es preocupante, sin arrugas en la cara y con las manos manchadas de sangre inocente, tan solo podemos esperar que si existiese justicia divina le estallasen los pómulos en una conferencia de esas suyas antipatriotas en el Yankee. Lo preocupante viene ahora y no puedo relajarme al mirar la tele. Estoy obsesionado buscando en Zapatero algún rasgo de inarticulación en la cara.
Que horror, es como la serie V.